Reloj

jueves, 29 de enero de 2015

Un niño pese a todo, afortunado

La casa se regocijaba en su silencio. La oscuridad campaba a sus anchas por los pasillos y las habitaciones. El silencio se había aliado con la oscuridad desde hacía una horas cuando de repente....  "¡Mamá, tengo hambre!" "¡Mamá, tengo hambre!" a las 2 de la mañana, la voz de un niño rompía el imperio del silencio "¡Mamá por favor, tengo hambre!" La madre oía perfectamente a su hijo Álvaro de 7 añitos, pues la voz se colaba en la habitación y parecía retumbar, pero su reacción fue la misma de todas las noches, temblar y llorar rogando a Dios para que su hijo se duerma y no sufra por el hambre que su madre no podía satisfacer. Deseaba con todas sus fuerzas que llegaran las nueve de la mañana para que Álvaro regresara al colegio y la profesora le pudiera dar el almuerzo que todas las mañanas le preparaba de forma altruista.
El Padre había salido de casa un par de horas antes, la presión era insoportable, tenia que llegar a tiempo..... era tarde...... miró el reloj "2:45 AM", se estremeció y echó a correr. De llegar a tiempo dependía la comida de ese día para su hijo.
El padre salía todas las mañanas y se cruzaba la ciudad de punta a punta hasta llegar a la zona industrial, donde una fábrica tiraba a las 2 y pico de la noche, en unos contenedores especiales; chatarra, que él cogía antes de que pasara el camión y se la llevaba a un chatarrero donde la vendía y se sacaba unas monedas.
¡El camión llegaba a las 3 AM!
3.05 AM, el padre llegaba al polígono sin aliento, con sudor en la frente, pese a los congelantes 3 grados del exterior y veía ante sus ojos atónitos al camión partir con las ilusiones de llevar un día más un plato de comida a su casa.
Humillado, destrozado, hundido el padre apareció a la 1 de la tarde en casa, con las manos vacías y la nevera en crisis. Pedro, el padre, se sentía como una basura, inútil, cansado de odiarse a si mismo por no poder dar una vida digna a su familia, que le esperaban sentados en la mesa.
La madre, Lucía, viendo el panorama se levantó y salió de la cocina en la que estaba su hijo también y se fue con Pedro al salón a intentar componerlo anímicamente mientras su hijo esperaba con hambre en la cocina la comida.
 Lucía era la guerrera de la casa, la que siempre lidiaba con los problemas, la que tenía un plan B, la que conseguía tras una conversación con ella que el negro tornara blanco, que el pesimismo tornara esperanza y la que guardaba en el armario un bote de macarrones para su hijo.
"Álvaro, ¡buenas noticias! papá ha traído un bote de macarrones para comer, ¡hoy comerás tu comida favorita!"
"¡Bieeeeen macarroneees! papá eres el mejor"
El padre miró a Lucía con esa mirada que le gusta tanto a ella como gesto de gratitud.
Tras la comida, Álvaro se fue con unos amigos que le esperaban con la impaciencia y la vitalidad típica de un niño al colegio, mientras, los padres se sentaban a ver las noticias de la de la tarde exhaustos y agradecidos de que su hijo se fuera con el estómago lleno.
"Siempre igual Lucía" espetó el padre "siempre las mismas noticias en la televisión, Bárcenas, la gürtel, Rajoy; insultándonos sutilmente diciendo que España va bien. Media triste hora de telediario en la que encima la mitad son deportes, para que como siempre, nosotros seamos los olvidados, los que nunca o casi nunca somos noticias. Los que sobramos. Los que nuestros hijos no importan si lloran de hambre a las 5 de la mañana, pero que si que importa que Cristiano Ronaldo tenga nuevo look. Estoy harto Lucía"
Nuevamente Lucía en acción responde
"Pedro, nosotros tenemos algo más importante que toda esa gente que sale en la televisión, que es  dignidad. Tendremos hambre, lloraremos, lo pasaremos mal, estaremos noches enteras sin dormir; pero que pese al hambre, somos personas íntegras de los pies a la cabeza, algo de lo que mucha gente con los bolsillos llenos y que salen en la televisión a diario no puede decir lo mismo, y nos tienen miedo Pedro a gente como nosotros, porque saben que si el hambre no nos puede parar, nadie podrá y nos intentan silenciar. Esta gente es esclava de su avaricia y del miedo que tienen al que destaca por encima del mediocre y créeme, nosotros como otros tantos como nosotros que conseguimos mantenernos unidos pese a todo sobresalimos de la mediocridad.
El amor, el altruismo, la bondad, la solidaridad les da miedo porque puede acabar con ellos y por eso no salimos, somos peligrosos para ellos, viven en sus mansiones, se rodean de guardias para mitigar sus miedos mientras nos intentan insensibilizar con muertos, violencia y egoísmo que día tras día nos lanzan por la televisión"
Pedro responde sin ánimo
"No sé Lucía..... cada vez estoy más cansado...."
Lucía lo corta en seco
"Eso es lo que quieren, que nos rindamos, que cedamos, pretenden hundirnos para que volvamos con los mediocres, con los que aun teniendo todo a su alcance, no son capaces de alcanzar sus sueños por miedo al fracaso, quieren que caigamos en el pesimismo generalizado para llevarnos al estado de resignación que tanto les conviene. Pedro, yo me casé contigo por que te creía un luchador, y después de diez años te sigo creyendo luchador y por nuestro hijo se que podrás"
"Por nuestro hijo y por ti mi amor" contestó Pedro.